La mayoría de microempresas y pymes están a menudo dirigidas por una sola persona.
Normalmente, se trata de la fundadora de la misma, alguien que decidió montar su propio negocio y empezó sola, como autónoma, apostándolo casi todo.
Este hecho, el haber empezado sola, y teniendo que asumir todas las decisiones de la empresa, te han convertido en una persona acostumbrada a hacer lo que piensa siempre que es mejor, para la empresa, para ti misma, para tu familia. Tu negocio es el sustento básico de tu casa y no quieres cometer errores, ya que ello compromete su estabilidad.
Llega un momento, en el que, si la empresa crece y tienes que empezar a contar con personal contratado, lo haces teniendo muy claro quién manda, quién acierta y quién se equivoca. Aparentemente esto parece bastante fácil, ya que normalmente la persona que has contratado es alguien que va a realizar una parte de las tareas de tu negocio, siguiendo tus instrucciones y aportando conocimiento y experiencia. Tú serás su guía en la toma de decisiones, en la forma de trabajar, en la forma de tratar a los clientes, en prácticamente todo.
En realidad lo que ocurrirá es que, si la persona contratada es la acertada, vivirá el negocio de forma cercana, intentará ayudar y colaborar, querrá aportar un plus a su trabajo, ya que también, como tú, entiende el mismo como parte de su vida, por lo que es fundamental dejar que tu colaborador se sienta cómodo y capaz. Si eso ocurre es fantástico, y es importante darse cuenta para poder entender y aumentar las motivaciones de esa persona, intentando sacar el máximo provecho de sus conocimientos y experiencia, permitiéndole que decida cosas, que cuestione otras y que se sienta valorada.
Y aquí es donde empiezan a complicarse las cosas, ya que pueden aparecer dudas, desconfianzas, e incluso celos. No es fácil escuchar, a alguien que ha llegado a tu negocio después de ti, como te dice que quizá hay que cambiar algo, que la manera en que has encarado un asunto concreto quizá no es la correcta, o que, simplemente, estás haciendo algo mal... Peeeeero, si consigues superar esa barrera, si eres capaz de asumir que no lo sabes todo, si decides confiar en el colaborador que has contratado (recuerda que eso es un acierto tuyo y de nadie más), estarás dando un paso enorme en tu negocio.
Ponte en su lugar, imagina que eres tú la persona que está en su posición (quizá lo fuiste un día), que alguien te contrata pero no te da confianza, no permite que le cuestiones nada, no escucha tus ideas o sugerencias,... ¿Cómo te sentirías? ¿Serías capaz de aguantar así mucho tiempo?
Las dudas son lógicas siempre, pero igual que un día decidiste que podías montar tu propio negocio (recuerda a todos aquellos que no se lo creyeron...), debes afrontar con la misma ilusión la contratación de personas que te ayuden a hacer crecer el mismo.
Si aciertas en la selección, si has apostado por una persona que suma y aporta valor, cuídala y hazla formar parte de tu proyecto. Dale responsabilidades, asume que no todo lo hará perfecto (o como tú lo harías), sigue sus progresos que serán los de tu empresa, y hazle crecer contigo.
Por favor, no tengas celos de tu empleado.
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