Lo fundamental en la selección de personal en las organizaciones.
La selección del personal de la mayoría de empresas empieza por la definición de tareas a realizar por el personal, los perfiles de puesto de trabajo, los requisitos imprescindibles a cumplir en cuanto a formación y experiencia,... Todo eso está muy bien, pero a la hora de la verdad, lo que realmente aporta valor a las organizaciones, son las buenas personas, y esa parte, a la hora de seleccionar personal, muchas veces no es tenida en cuenta del todo.
Las empresas, para crecer y funcionar bien, necesitan buenos equipos formados por buenas personas.
Sé que esto suena a veces cursi y dulzón, pero la mi experiencia profesional a lo largo de casi veinte años en el mundo de los recursos humanos, cada vez más me refuerza en la meva idea (insisto) de que las empresas, para crecer y funcionar bien, necesitan buenos equipos formados por buenas personas. De ahí la importancia del personal.
Porque que las piezas encajen, es una tarea compleja que muchas veces tarda años en conseguirse, porque las personas cambiamos, evolucionamos, nos transformamos, crecemos, mejoramos, cumplimos años, empeoramos, cambiamos de humor,... Hay tantos factores que van a influir en nuestro carácter y en nuestra manera de funcionar que es inevitable que ello afecte también a nuestra vida profesional.
Si a todo eso, le sumamos la propia evolución de las organizaciones, el combinado puede llegar a ser explosivo. No hay recetas mágicas, pero la única cosa que seguro nos puede facilitar las adaptaciones y los encajes, es que quienes trabajan con nosotros sean buenas personas.
La importancia en la selección del personal
En el proceso de selección es muy importante valorar las actitudes a la vez que las aptitudes. De hecho, las primeras son las que el candidato o candidata nos puede ofrecer desde un primer momento y, las segundas, se pueden obtener a posteriori con formación. Esto no significa que la mencionada formación y, por supuesto, la experiencia en el puesto de trabajo no sean importantes a la hora de contratar un candidato o candidata, pero no deben ser el pilar en el que se fundamenta la decisión de la empresa, dejando en un segundo plano el resto de virtudes de la persona.
La adaptabilidad, la empatía, la facilidad de comunicación, la diplomacia, la buena educación,... esas son las cualidades que deben tener mayor valoración a la hora de seleccionar un candidato o candidata. La formación se obtiene y la experiencia se adquiere, el resto, como la elegancia, se tiene, o no se tiene...
¿Y qué pasa una vez que ya hemos contratado al trabajador o trabajadora?
Pues pasa que hay que seguir alimentando esas buenas cualidades que nos ha mostrado y que nos han hecho decantarnos por él o ella. Contribuir a generar un buen ambiente de trabajo desde la organización es fundamental para conseguir que las virtudes de nuestros colaboradores y colaboradoras crezcan y no desaparezcan. Esto no siempre es fácil y, de nuevo, no existe una fórmula mágica para llevarlo a cabo, pero está en nuestras manos trabajar para alcanzarlo.